Los neandertales nunca adoptaron tecnología avanzada de lanzamiento de lanzas. ¿Podría ser la gravedad la culpable?
Las lanzas funcionan mejor cuando se lanzan desde una altura, pero un estudio sorprendente encuentra que no ocurre lo mismo con las armas lanzadas desde un atlatl (lanzador de lanzas). Esto podría explicar la aparente no adopción de dispositivos arrojadizos por parte de los neandertales. Aunque no hay pruebas suficientes para adoptar tal conclusión con seguridad, es posible que tal fracaso haya puesto a los neandertales en desventaja a la hora de competir con Homo sapiens.
Uno de los principios más básicos de la guerra es tratar de reclamar terreno elevado. Donde no está disponible de forma natural, generaciones de guerreros construyeron castillos antes de volar.
Las ventajas que ofrece la gravedad parecen tan básicas y universales que resulta sorprendente que los investigadores de la Universidad Estatal de Kent se hayan molestado siquiera en probarlas. Sin embargo, lo hicieron, subiéndose a un elevador de tijera y lanzando jabalinas deportivas que se asemejan a lanzas encontradas en sitios del Paleolítico. Los resultados fueron predecibles: las jabalinas lanzadas desde 9 metros (30 pies) de altura volaron entre un 30 y un 40 por ciento más rápido y penetraron más profundamente en el objetivo que las lanzadas a nivel del suelo. Las alturas intermedias produjeron resultados intermedios.
A los cazadores les habría resultado más fácil clavar sus puntas lo suficientemente profundamente en presas grandes como para alcanzar un órgano vital desde arriba. Al hacerlo, un cazador de la Edad de Piedra habría evitado la necesidad de acercarse lo suficiente a una presa enfurecida para atacar sin arrojarla; algo que la selección natural vería con agrado.
Uno de los autores del artículo lanza una jabalina a un objetivo desde diferentes alturas.
Sin embargo, cuando el equipo experimentó con una tecnología más avanzada que se sabe que se utilizó durante la última edad de hielo, encontraron algo inesperado. El palo acanalado conocido como atlatl proporciona un apalancamiento adicional al lanzar lanzas livianas (conocidas como dardos), lo que permite un vuelo mucho más rápido de lo que es posible con un solo brazo. Las culturas de cazadores-recolectores supervivientes utilizan variedades de atlatls, como el indígena australiano woomera. Algunos dueños de mascotas usan algo similar para aumentar la distancia a la que pueden lanzar pelotas de tenis para que los perros las persigan.
A pesar de todas estas ventajas, los dardos lanzados desde un atlatl no eran más rápidos cuando se lanzaban desde mayores alturas, descubrieron los autores. De hecho, para uno de los que realizaba el lanzamiento, la velocidad disminuía cuando estaba a más de 3 metros (10 pies) del suelo.
«Pensábamos que ambos verían un aumento debido a la gravedad», dijo la autora principal, la Dra. Michelle Bebber, a New Scientist. «Y luego, una vez que comenzamos a observar y mirar los datos, pensamos: ‘Guau, esto es realmente diferente'».
Aún no se comprende la física de las observaciones. Los dardos eran un poco más largos que las jabalinas, pero pesaban una cuarta parte. Una posible explicación es que los dardos ligeros giran más en el aire cuando se lanzan en un ángulo hacia abajo y sufren más resistencia. Alternativamente, el brazo y la muñeca humanos carecen de la forma adecuada para operar un atlatl que apunta hacia abajo.
Es posible que los resultados reflejen la inexperiencia de los dos autores que lanzaron. Los cazadores cuyo suministro de alimentos dependía del éxito podrían haber encontrado formas de adaptarse. Los autores también reconocen la posibilidad de que una barandilla, una característica que probablemente no haya estado presente en el Paleolítico, haya afectado los lanzamientos.
Sin embargo, si ninguno de estos fuera el caso, el trabajo indica que los considerables beneficios que brindan los atlatls en el llano quedan anulados cuando se caza desde arriba. Dado que se requiere trabajo adicional para preparar un atlatl y sus dardos, que tampoco pueden funcionar como lanza de empuje en caso de emergencia, la ventaja reducida les da a los cazadores que viven en terrenos irregulares pocas razones para adoptarlos.
Los hábitats neandertales conocidos eran en su abrumadora mayoría áreas donde habrían sido abundantes las oportunidades para tender emboscadas a sus presas desde terrenos más elevados. Después de todo, las cuevas suelen encontrarse en terrenos montañosos, o al menos montañosos, y aquí es donde tenemos la mayor evidencia de que los neandertales habían acampado. Sabemos que a veces cazaban arreando animales migratorios hacia trampas empinadas, donde habrían tenido oportunidades de atacar desde arriba.
En el llano, un dardo atlatl viaja más rápido que una lanza, pero no así desde arriba.
Las conclusiones de Bebber y sus colegas son ciertamente especulativas: reconocen que la mala conservación de las piezas de herramientas de madera significa que no podemos interpretar demasiado el hecho de que no se hayan encontrado atlatls o dardos inequívocos fabricados por los neandertales. Sin embargo, ese fracaso ha llevado a algunos antropólogos a preguntarse si los neandertales utilizaron atlatls y, en caso contrario, por qué no.
Los primeros humanos modernos también aprovecharon las ventajas del terreno accidentado que proporcionaba para la caza, y en América del Norte se encontraron sitios de caza similares en gargantas. Sin embargo, parece que nuestros ancestros primarios eran lo suficientemente adaptables como para cazar también en las sabanas, donde las ventajas de los atlatls son más pronunciadas. Tenemos evidencia de su uso generalizado.
Si la no utilización de atlatls por parte de los neandertales debido a su hábitat es especulativa, las medidas futuras lo son aún más. Sin embargo, es posible que se fomente el uso frecuente de las habilidades avanzadas de fabricación de herramientas necesarias para producir atlatls. Homo sapiens desarrollar habilidades más flexibles para la fabricación de herramientas. De ser así, esto ciertamente podría haber sido útil al mudarse a nuevos entornos y enfrentar desafíos que sus antepasados no habían enfrentado antes.
El equipo de Bebber ha demostrado anteriormente que los atlatls reducen la ventaja que los hombres tienen en promedio sobre las mujeres cuando se trata de lanzar proyectiles. Si los neandertales dejaron toda la caza a los hombres, pero los primeros humanos modernos cazaban en grupos mixtos porque las mujeres podían manejar atlatls de manera efectiva, esto puede haber influido en la dinámica interna de cada población y en los destinos contrastantes.
El estudio se publica en el Journal Of Archaeological Science Reports.
[H/T: New Scientist]