Ufología

¿Los Nazis fueron los primeros hombres en llegar a la Luna?

Los Nazis fueron los primeros en llevar hombres a la Luna, anticipándose al astronauta estadounidense Neil Armstrong por 27 años, según una teoría de conspiración.

La teoría de que los nazis en la luna pudieron haber plantado sus banderas mucho antes de la llegada de Neil Armstrong en 1969 ha capturado la imaginación de teóricos y entusiastas de la conspiración por años. Según esta narrativa, los Nazis aterrizaron una nave espacial en la Luna 27 años antes de que el astronauta estadounidense Neil Armstrong pusiera un pie en la superficie lunar durante la misión Apolo 11.

Adolf Hitler, interesado en la supremacía global y tecnológica, habría ordenado una tripulación de astronautas del Tercer Reich que visitaran la Luna en 1942, en el punto álgido de la Segunda Guerra Mundial.

La idea de nazis en la luna no es solo una simple fantasía para algunos, sino una hipótesis que plantea que los astronautas nazis caminaron sobre la superficie de la Luna utilizando tecnología avanzada en cohetes desarrollados por los científicos más prominentes del régimen de Hitler.

El investigador búlgaro Dr. Vladimir Terziski es uno de los principales promotores de esta teoría de conspiración, presentándose como poseedor de «pruebas» del éxito de la misión lunar del Reich. Terziski, un ingeniero y físico, ha dado conferencias internacionalmente, argumentando que los alemanes desarrollaron un programa espacial secreto junto con sus aliados japoneses de la Segunda Guerra Mundial. Según el Dr. Terziski, los alemanes no solo llegaron a la Luna, sino que también establecieron una base de investigación lunar tras el fin de la guerra.

Esta narrativa se entrelaza con otras afirmaciones que sugieren que los Nazis derrotados huyeron a la Antártida después de la guerra y desde allí dirigieron su programa espacial encubierto. El cerebro detrás de este supuesto programa era el general de las SS Hans Kammler, quien supervisaba el programa de cohetes de Hitler y había establecido la base secreta de Neu-Schwabenland en la Antártida, de acuerdo con las conferencias del Dr. Terziski.

Además, Terziski sostiene que las pruebas de vuelo se llevaron a cabo desde escondites nazis en Sudamérica, donde muchos oficiales de alto rango encontraron refugio tras la guerra.

El aumento en avistamientos de ovnis desde la década de 1940 también se ha atribuido, en parte, a las supuestas naves de prueba nazis, según el experto. «Los alemanes llegaron a la Luna probablemente en 1942, utilizando grandes platillos de cohetes exo-atmosféricos del tipo Miethe y Schriever. Desde su primer día de alunizaje, los alemanes empezaron a cavar y a cavar túneles bajo la superficie, y al final de la guerra había una pequeña base de investigación nazi en la luna», afirmó Terziski.

A pesar de estos relatos, la comunidad académica considera tales teorías como pura ficción. Colin Summerhayes, un geólogo de la Universidad de Cambridge, publicó un artículo académico detallado para refutar la existencia de la supuesta base secreta Nazi en el Polo Sur, concluyendo rotundamente: «Los alemanes no construyeron una base secreta antes, durante o inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial».

Aun así, es innegable que hubo un gran interés por los vuelos espaciales entre los nazis. Alemania disponía de tecnología avanzada en cohetes, como se demostró con el desarrollo de las aterradoras armas V1 y V2 que aterrorizaron a Gran Bretaña.

El Tercer Reich también experimentó con un «platillo volador» – el ala voladora Horten Ho 229, que ha alimentado las teorías de los ovnis Nazis y la especulación sobre los nazis en la luna.

En un giro irónico del destino, fueron ex-científicos de cohetes Nazis quienes jugaron un papel clave en el alunizaje histórico de 1969. Los Estados Unidos reclutaron a científicos Nazis para desarrollar su programa espacial, lo que resultó en la exitosa misión Apolo 11. A cambio de su cooperación y conocimientos, estos científicos recibieron inmunidad y no enfrentaron a la justicia por crímenes de guerra.

Después de la rendición de Alemania en 1945, Estados Unidos inició el reclutamiento de estos científicos para que contribuyeran al esfuerzo bélico contra Japón en el Pacífico. Los hombres que habían sido responsables del diseño del mortífero cohete V2, que devastó Londres, fueron perdonados y más tarde se convirtieron en figuras decisivas en el nacimiento del programa espacial estadounidense.

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