Ufología

Este agujero negro está «asesinando» a su propia galaxia

El telescopio espacial James Webb ha detectado un viento del tamaño de una galaxia que emana del quásar Pōniuāena, situado a miles de millones de años luz de la Tierra. El proceso está inhibiendo la formación de nuevas estrellas en la galaxia anfitriona.

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Oficialmente llamado J1007+2115, el cuásar está tan distante que la luz observada viajó durante unos 13 mil millones de años antes de llegar a los espejos de James Webb.

Esto significa que los astrónomos vieron el objeto tal como era cuando el universo tenía solo el 5% de su edad actual, apenas 700 millones de años después del Big Bang. Es el tercer quásar más antiguo conocido.

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Con el nuevo descubrimiento, Pōniuāena es ahora el quásar más antiguo jamás observado con una viento del tamaño de una galaxia. Esta corriente de partículas es producida por la actividad de un agujero negro supermasivo que alimenta el cuásar.

Por supuesto, no se trata de vientos como los de nuestro planeta. Lo que los astrónomos llaman “viento” del quásar es la radiación emitida por el disco de acreción formado alrededor del agujero negro mientras “devora” la materia circundante.

Esta radiación expulsa materias como gas y polvo alrededor del agujero negro en forma de flujos similares a vendavales. El “problema” es que este material es el mismo que utiliza la galaxia para formar nuevas estrellas.

Los arroyos de Pōniuāena tienen proporciones increíbles y se extienden a una distancia de 7.500 años luz, lo que equivale a unos 25 sistemas solares alineados. Cada año, el quásar emite material equivalente a 300 soles a través del viento, a una velocidad de 7,6 millones de kilómetros por hora.

Los astrónomos creen que los vientos producidos por Pōniuāena están expulsando suficiente gas y polvo como para posiblemente «matar» la galaxia, agotando el material necesario para formar nuevas estrellas.

Por otro lado, la galaxia anfitriona es rica en gas y polvo y forma estrellas a un ritmo de entre 80 y 250 “soles”. Sin embargo, es importante recordar que la imagen de la galaxia observada por Webb tiene 13 mil millones de años, lo que significa que ahora se ve muy diferente.

Es difícil saber cuánto tiempo continuaron emitiéndose los vientos del quásar, o si el proceso mató o no a la galaxia. Pero es muy probable que el material que alimenta el agujero negro también se agote, lo que también mataría al propio quásar.

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El equipo descubridor seguirá buscando otros quásares antiguos con vientos de proporciones similares. El artículo está disponible en el repositorio de preimpresiones de arXiv.org.

Fuente: Space.com

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