Esférulas encontradas en el océano tienen una composición nunca antes vista
El astrofísico y profesor Abraham “Avi” Loeb, de la Universidad de Harvard, ha vuelto a defender sus descubrimientos en el fondo del Océano Pacífico. En un nuevo artículo, el teórico israelí-estadounidense sostiene que las esférulas encontradas por su equipo no se parecen a nada en nuestro planeta.
En julio de 2023, Loeb dirigió una expedición en busca de los restos de CNEOS 2014-01-08, un meteorito que entró en la atmósfera terrestre en 2014. La alta velocidad del objeto durante la caída es un fuerte indicio de que se trata de un objeto interestelar. .
Durante la expedición, el equipo recuperó 850 esférulas metálicas, que Loeb cree que son los restos del objeto. Los análisis de laboratorio indicaron que su composición tenía cantidades anormales de berilio (Be), lantano (La) y uranio (U), patrón denominado por Loeb como “BeLaU”.
La comunidad científica en general no pareció impresionada con los resultados de la investigación, pero Loeb, que ya había saltado a la fama en los medios en 2018 al afirmar que el objeto interestelar ‘Oumuamua era una nave extraterrestre’, afirmó que las esférulas de BeLaU son producto de técnicas artificiales. tecnología.
Poco después, los científicos estudiaron minuciosamente los datos puestos a disposición para sus análisis independientes (una práctica común y necesaria en el método científico). Uno de ellos es Patricio Gallardo, quien publicó un artículo señalando que BeLaU no sería tan difícil de encontrar en la Tierra.
En sus análisis, Gallardo destacó que la cantidad de BeLaU encontrada en las esférulas de Avi Loeb concuerda con las observadas en las cenizas de la quema de carbón. «Sería irresponsable no examinar las fuentes de contaminación provocada por el hombre que se han producido en la Tierra durante cientos de años», afirmó.
La respuesta de Loeb
En enero de este año, Loeb publicó un artículo en respuesta al estudio de Gallardo, detallando la composición de las esférulas y comparándolas con otros materiales encontrados en la Tierra, incluidas las cenizas de la quema de carbón.
Los resultados de Loeb y su equipo muestran que (énfasis añadido):
- Los elementos volátiles (Zn, As, Se, Cd, Tl, Pb y Bi) son enriquecido en cenizas de carbón en factores de 10 a 100 en comparación con las esférulas de BeLaU;
- Algunos elementos refractarios (Be, Ca, Cr, Fe, Y, Tm, Yb, Lu W) son agotado en factores de 3 a 10 en las cenizas de carbón en comparación con las esférulas de BeLaU.
Con esto, Loeb declaró “inválida la declaración de Gallardo”, aunque no presentó ninguna información nueva sobre el supuesto carácter artificial de las esférulas. A los medios, dice que “si no eres parte de este proceso científico y estás celoso de la atención que recibe, entonces puedes generar muchas críticas”.
Críticas y controversias
El lunes (5), Loeb afirmó que el meteorito “plantea la posibilidad de que haya sido (…) producido artificialmente por otra civilización”. En 2023, mientras anunciaba el descubrimiento de las esférulas, publicó su último libro, Interestelar.
Los científicos toman las declaraciones audaces con cautela, sabiendo que hay más en juego que un estudio no concluyente: Loeb ha dado a los entusiastas de todo el mundo la esperanza de que finalmente podamos responder a la pregunta «¿estamos solos en el universo?» con un rotundo “sí”.
Quizás los críticos no estén celosos o envidiosos de la atención mediática que recibe Loeb, sino más bien preocupados por hacer que se respete el método científico, siguiendo los tres principios básicos para afrontar cualquier supuesto descubrimiento “bomba”:
- La navaja de Occan: la explicación más sencilla suele ser la correcta.
- La navaja de Hitchen: lo que se puede afirmar sin pruebas también se puede desestimar sin pruebas.
- El estándar de Sagan: las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias.
Observando estos axiomas, no es exagerado calificar de “no concluyentes” los estudios de Loeb, ya que no hay evidencia que afirme que existan rastros de naves alienígenas en el fondo del océano.
En cualquier caso, es probable que la naturaleza de las esférulas siga siendo objeto de debate durante algún tiempo, mientras científicos de muchas partes del mundo (sean o no del equipo de Loeb) continúan su búsqueda de signos de vida en otros planetas.
“El universo es tan vasto que, en lugar de seguir diciéndonos que no hay nada como nosotros, deberíamos buscarlo”, afirma Loeb refiriéndose a sus críticos. Curiosamente ninguno de ellos ha afirmado que no hay nada como nosotros, sólo quieren pruebas contundentes antes de hacer declaraciones a los medios.
Los nuevos descubrimientos sobre las esférulas fueron detallados en la revista Avisos mensuales de la Royal Astronomical Society.
Fuente: Avisos mensuales de la Royal Astronomical Society, GBH