Damnatio Ad Bestias: este método de ejecución romano era tan salvaje como parece
“Damnatio ad bestias” fueron probablemente las tres palabras latinas más temidas en la época romana, y señalaron un destino verdaderamente horrible para aquellos que tuvieron la mala suerte de ser sentenciados con esta horrible frase. Este castigo cruel e inusual, que literalmente significa «condena a las bestias», hacía que los criminales fueran despedazados por animales salvajes para entretenimiento del público en general.
Gran parte de lo que sabemos sobre este bárbaro método de ejecución proviene del poeta romano Marcial, quien relata en su libro numerosas aniquilaciones facilitadas por la vida silvestre. Liber Spectaculorum. Dedicado a los diversos espectáculos celebrados en el Coliseo de Roma, el libro explica cómo los criminales fueron elegidos como personajes famosos de los mitos griegos y romanos, con sus muertes coreografiadas para recrear estas fábulas populares.
Por ejemplo, Martial describe cómo un bandido llamado Laureolus fue ejecutado mientras desempeñaba el papel de Prometeo, el dios griego del fuego que fue sentenciado a que un águila le picoteara el hígado por toda la eternidad. En el caso de Laureolus, sin embargo, el pájaro fue sustituido por un oso que le quitó mucho más que sólo el hígado, dejándolo con “miembros destrozados” y “goteando sangre”.
En otro caso repulsivo, Martial explica cómo una mujer condenada por adulterio fue sentenciada a recrear la historia de Pasifae, quien se apareó con un toro antes de dar a luz a una horrible criatura conocida como el Minotauro. Recreando esta retorcida leyenda, la pobre mujer fue violada hasta la muerte por un toro ante la multitud aullante del Coliseo.
Buscando una explicación para esta depravación, los estudiosos han sugerido que la damnatio ad bestias puede haber ayudado a mantener las normas sociales. Por ejemplo, al ejecutar a un criminal en el papel de Pasifae, las autoridades también condenaron a Pasifae como criminal por sus transgresiones sexuales.
Al mismo tiempo, los horribles espectáculos sirvieron como un recordatorio constante de la protección brindada por el Imperio Romano contra los peligros del mundo natural. Sin embargo, aquellos que infringieron la ley fueron despojados de su derecho a esta protección y arrojados de nuevo a la naturaleza mortal, con las consecuencias evidentes para todos.
La práctica también ayudó a las autoridades romanas a reprimir el ascenso del cristianismo, y los conversos representaban una gran proporción de los condenados. Según algunos informes, un mártir cristiano llamado Saturus quedó tan empapado de sangre después de ser atacado por un leopardo que la multitud celebró burlonamente su “bautismo”.
En total, se estima que unas increíbles 400.000 personas fueron condenadas a las bestias durante un período de unos 400 años, siendo los leones y otros grandes felinos, importados de los confines más lejanos del Imperio Romano, los verdugos más comunes. En un evento, se dice que un solo león sacó de su miseria a 200 criminales, mientras que a veces también se invitaba a elefantes, cocodrilos y otras criaturas peligrosas a participar en estas actuaciones fatales.