Cómo un niño híbrido humano-neandertal reescribió la historia humana
Hace unos 24.500 años, el cuerpo de un niño de 4 años fue envuelto en una mortaja teñida de ocre y sumergido en un foso en el valle de Lapedo, en el centro de Portugal. Sin embargo, a diferencia de cualquier mequetrefe vivo hoy en día, este extraordinario niño exhibió una combinación única de rasgos humanos modernos y neandertales, refutando todo lo que creíamos saber sobre la historia de nuestra especie.
Conocido como el Niño Lapedo, el esqueleto completo del joven fue descubierto en 1998. Hasta entonces, los antropólogos habían asumido que los humanos modernos evolucionaron en África Oriental antes de extenderse por Eurasia y reemplazar a los homínidos más arcaicos que vivían allí, incluidos los neandertales.
Esta narrativa suponía que nosotros y nuestros parientes antiguos éramos especies completamente separadas que no podían cruzarse, y que nuestra expansión resultó en la extinción de nuestros primos más primitivos. El Niño Lapedo rompió este guión, lo que llevó a los descubridores a proponer que los humanos modernos se aparearon con los neandertales y que el código genético de esta especie extinta persistió dentro del linaje híbrido que surgió de los lomos de nuestros ancestros de polinización cruzada.
Se pensaba que era un varón, pero poseía la barbilla y el oído interno de un humano anatómicamente moderno, junto con la estructura robusta y las extremidades de un neandertal. Inicialmente, tal hallazgo provocó conmociones en el mundo antropológico, provocando un feroz debate sobre lo que todo esto significaba para la historia de la humanidad.
En su estudio original sobre el esqueleto, los autores señalan que el niño vivió varios miles de años después de que supuestamente los neandertales hubieran desaparecido, lo que sugiere que estos rasgos ancestrales deben haber estado profundamente arraigados en el genoma humano y que el joven era, por lo tanto, “descendiente de poblaciones mezcladas”. En otras palabras, el mestizaje entre humanos y neandertales no ocurrió sólo una o dos veces, sino que ocurrió a nivel poblacional, lo que resultó en una hibridación significativa.
Esto, a su vez, implica que los neandertales no simplemente se extinguieron cuando aparecieron los humanos modernos, sino que se conectaron repetidamente con sus nuevos vecinos hasta el punto de fusionarse parcialmente con ellos.
En el momento del descubrimiento, esta idea se consideró bastante radical y algo impactante, lo que llevó a algunos estudiosos a refutar los hallazgos originales. Un análisis, por ejemplo, concluyó que, después de todo, el Niño Lapedo no era un híbrido, sino simplemente un retoño humano moderno de forma extraña.
Sin embargo, la teoría de la mezcla se demostró finalmente en 2010, cuando los investigadores secuenciaron el genoma del neandertal. Al hacerlo, revelaron que todas las poblaciones modernas no africanas contienen entre 1 y 4 por ciento de ADN neandertal, confirmando así que nuestros ancestros antiguos se cruzaron con estos homínidos extintos.
Afortunadamente, nuestros fenotipos se han enderezado un poco a lo largo de los milenios y ya no poseemos el físico neandertal. Sin embargo, al igual que el Niño Lapedo, aquellos de nosotros que venimos de fuera de África somos todos híbridos humanos-neandertales modernos.