Las “arrugas” de la Vía Láctea revelan una galaxia devorada por la nuestra
Parece que la Vía Láctea devoró una pequeña galaxia no hace mucho, a escalas astronómicas, por supuesto. Ya se sabe que nuestra galaxia ha chocado con varias otras a lo largo del tiempo, pero ahora el telescopio europeo Gaia ha revelado que el impacto más reciente ocurrió miles de millones de años después de lo que pensaban los científicos.
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Estas violentas colisiones fueron esenciales para el crecimiento de la Vía Láctea, pero provocaron que galaxias más pequeñas terminaran destrozadas por nuestra fuerte gravedad. Por otro lado, el proceso distribuyó las estrellas de la galaxia devorada; hoy estas estrellas se encuentran en el halo que rodea la Vía Láctea y en sus brazos espirales.
Pues bien, este “canibalismo galáctico” dejó huellas en forma de “arrugas” que se producen a lo largo del disco galáctico y afectan a varias familias de estrellas. Aquí es donde entra en juego Gaia, lanzado para determinar con gran precisión el movimiento y la posición de 100.000 estrellas: determinando el número de estas arrugas, el satélite puede reconstruir la historia de la Vía Láctea.
«Nos arrugamos más a medida que envejecemos, pero nuestro trabajo revela que ocurre lo contrario en el caso de la Vía Láctea. Es una especie de ‘Benjamin Button cósmico’, que se arruga menos con el tiempo», dijo el líder del equipo, Thomas Donlon.
Al observar cómo las arrugas se disiparon con el tiempo, los investigadores pudieron determinar cuándo ocurrió la última gran colisión galáctica.
Colisión de la Vía Láctea
Pistas de este proceso se encontraron en el halo de la Vía Láctea, donde hay estrellas con órbitas extrañas que sugieren que son restos de galaxias devoradas por la nuestra. Muchos de ellos incluso parecen ser lo que quedó de la última Gran Fusión, nombre que recibió la última vez que la Vía Láctea chocó con otra galaxia.
Este evento se conoce como Gaia-Encelado y parece haber llenado la Vía Láctea de estrellas en órbitas que las acercan al centro galáctico. Una colisión de este tipo parece haber ocurrido hace entre 8 y 11 mil millones de años, es decir, cuando la Vía Láctea aún era un bebé. Pero Thomas y sus colegas descubrieron que estas extrañas estrellas pueden haber venido de algún otro evento, representado en el siguiente vídeo:
«Podemos ver cómo las formas y el número de arrugas cambian con el tiempo utilizando estas fusiones simuladas, lo que nos permite identificar el momento exacto en el que la simulación coincide mejor con lo que vemos hoy en los datos reales de Gaia de la Vía Láctea», explicó Donlon. Así descubrieron que las arrugas fueron causadas por una galaxia enana que chocó con la Vía Láctea hace unos 2,7 millones de años.
El equipo llamó al evento Virgo Radial Fusion. «Para que las arrugas sean tan claras como aparecen en los datos de Gaia, deben haberse unido a nosotros hace menos de tres mil millones de años, al menos cinco mil millones de años después de lo que se pensaba anteriormente», añadió la coautora Heidi Jo Newberg.
Según él, cada vez que las estrellas pasan por el centro galáctico se forman nuevas arrugas estelares. “Si se hubieran unido a nosotros hace ocho mil millones de años, habrían tantas arrugas una al lado de la otra que ya no las veríamos como estructuras separadas”, concluyó.
El equipo cree que la fusión radial de Virgo generó una verdadera familia de pequeñas galaxias enanas y cúmulos de estrellas que habrían llegado a la Vía Láctea al mismo tiempo. «Este resultado (que una gran parte de la Vía Láctea se unió a nosotros sólo en los últimos mil millones de años) es un gran cambio con respecto a lo que los astrónomos habían pensado hasta ahora», concluyó Thomas.
El artículo con los resultados del estudio fue publicado en la revista. Avisos mensuales de la Royal Astronomical Society.
Fuente: Avisos mensuales de la Royal Astronomical Society, ESA