En la antigua Grecia, usar faldas se consideraba varonil.
Cuando reflexionamos sobre la masculinidad es común que nos vengan a la mente imágenes de guerreros robustos y gladiadores intrépidos. Sin embargo, la historia nos reserva momentos sorprendentes, y uno de los episodios más fascinantes en el contexto de la masculinidad tuvo lugar en la Antigua Grecia, una época en la que el uso de faldas no sólo representaba una tendencia de moda, sino que también simbolizaba una forma única de virilidad.
Las espartanas con faldas
En la antigua Grecia, específicamente durante los períodos arcaico y clásico, aproximadamente entre el 800 a. C. y el 323 a. C., las faldas desempeñaron un papel clave en la vestimenta tradicional griega tanto para hombres como para mujeres.
En la vestimenta masculina se notaba la presencia del «quiton», una prenda sencilla parecida a una falda que llegaba hasta la altura de las rodillas, confeccionada con una tela rectangular y sujeta mediante alfileres o botones.
Además, se observó el uso del “himation”, un extenso mantón usado sobre el “quiton”. Es importante destacar que este estilo de vestimenta no sólo demostró ser funcional frente a las cálidas condiciones climáticas del contexto mediterráneo, sino que también comunicaba un aura de robustez y autoridad.
Los emblemáticos espartanos, famosos por su habilidad militar, lucían con orgullo el periskelis, una falda corta y ajustada hecha de lana. Esta elección de vestimenta estuvo motivada por una sinergia entre consideraciones de funcionalidad y simbolismo.
El periskelis proporcionaba una amplia movilidad en un entorno bélico, dando a los guerreros espartanos una ventaja táctica en el fragor del combate. Además, la preferencia por el uso de faldas contribuyó a reforzar su dedicación al modo de vida militar y a subrayar el rechazo al lujo, armonizando con el espíritu distintivo de la casta guerrera.
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No hay que pasar por alto la emblemática ‘toga’, a menudo asociada a los romanos. Aunque los griegos no adoptaron exactamente la toga, es posible rastrear su origen hasta el himation griego, una prenda que se llevaba sobre el hombro izquierdo.
Ambos trajes se caracterizaron como marcadores distintivos, y en las ciudades-estado griegas, especialmente en Atenas, la forma en que se usaba el himation podía transmitir importantes indicaciones sociales y políticas.
Connotaciones culturales
La preferencia por usar faldas también tenía profundas raíces culturales. En la antigua Grecia, la veneración de la forma humana era una práctica común y la ropa a menudo se diseñaba para realzar la conformación natural del cuerpo.
Las faldas, al proporcionar amplitud de movimiento, evidenciaban la capacidad física de los hombres que participaban en actividades atléticas o en combate.
A medida que transcurrieron los siglos, la moda experimentó evoluciones, a menudo en direcciones inesperadas. Las faldas masculinas características de Grecia dieron paso a los pantalones, motivado en gran medida por la influencia de otras culturas y las exigencias prácticas que imponía la equitación.
Sin embargo, quedan vestigios del estilo antiguo, como es el caso del kilt escocés o la hakama japonesa.
La moda, como todas las construcciones humanas, manifiesta una naturaleza transitoria y está íntimamente ligada al tejido sociocultural de su época.
En este sentido, cuando contemplamos retrospectivamente la sociedad griega del pasado, nos encontramos ante el recuerdo de que la ropa carece de una asociación de género intrínseca, sino que la relación que se establece con la ropa se basa en el valor y significado que le atribuimos.
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