Volver a congelar los polos de la Tierra es ‘factible a un costo relativamente bajo’

En su estudio, el investigador climático profesor Wake Smith de la Universidad de Yale y sus colegas propusieron una ambiciosa solución de geoingeniería para abordar este problema volviendo a congelar los polos. Esto, proponen, podría lograrse rociando partículas de aerosol microscópicas en la atmósfera desde chorros de alto vuelo en latitudes de 60 grados norte y sur. Estas partículas, liberadas a unos 43.000 pies, se desplazarían lentamente hacia el polo, reduciendo ligeramente la cantidad de luz solar que llega al polo, con el consiguiente efecto de enfriamiento.
El profesor Smith dijo: “Existe una inquietud generalizada y sensata sobre el despliegue de aerosoles para enfriar el planeta.
“Pero si la ecuación riesgo/beneficio valiera la pena en algún lugar, sería en los polos”.
Las inyecciones de partículas, propusieron los investigadores, se administrarían estacionalmente en los largos días de primavera y principios de verano de cada hemisferio.
De hecho, la misma flota de aviones especiales utilizados para la entrega de aerosoles en un hemisferio podría potencialmente ser transportada al lado opuesto del planeta cuando cambien las estaciones.
El equipo calculó que un complemento de 125 naves cisterna de gran altitud construidas a la medida sería capaz de elevar una carga útil lo suficientemente grande a la atmósfera para poder enfriar las regiones hacia los polos de 60 grados de latitud en 3.6F (2C). ) cada año.
Eventualmente, dijeron, esto podría hacer que las temperaturas de los polos se acerquen a sus niveles preindustriales, a un costo de alrededor de $ 11 mil millones (£ 9,6 mil millones) por año.
Esto es menos de un tercio del costo de enfriar todo el planeta en la misma magnitud de 3.6F y una fracción del costo de alcanzar cero emisiones netas, dijeron los investigadores.
Sin embargo, a pesar de esto, el profesor Smith advirtió que “las inyecciones de aerosoles estratosféricos simplemente tratan un síntoma del cambio climático, pero no la enfermedad subyacente.
“Es aspirina, no penicilina. No es un sustituto de la descarbonización”.
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Los investigadores señalaron que conciben complicaciones al realizar su propuesta.
Escribieron: “No encontramos que […] relegar un programa de este tipo a estas regiones escasamente pobladas obviaría los innumerables desafíos de gobernanza que enfrentaría cualquier despliegue de este tipo.
“Sin embargo, dada su factibilidad y beneficio global potencial, la perspectiva de la inyección de aerosoles estratosféricos enfocada en el subpolar merece una mayor atención”.
Los hallazgos completos del estudio se publicaron en la revista Environmental Research Communications.