Templo de sacrificios encontrado en el Santuario de Artemisa
En excavaciones recientes en el santuario de Artemisa Amarysia en Amarynthos, en la isla griega de Eubea, los arqueólogos han desenterrado nueva información reveladora sobre la distribución del templo.
Construido alrededor del año 700 a.C., el templo sorprendió a los investigadores al tener más de 30 metros de largo, expresado en unidades métricas griegas, superando las estimaciones iniciales. Esta dimensión “perfecta” fue identificada como una característica compartida por otros monumentos de la misma época.
El descubrimiento más notable que intrigó a los arqueólogos fue la configuración absidal de la planta del templo, caracterizada por un ábside en forma de semicírculo en un extremo. Esta característica se consideró inusual para el período en cuestión.
En la antigüedad, el santuario desempeñaba un papel central en la veneración de Artemisa, la diosa de la caza, los animales salvajes y la naturaleza. Durante las excavaciones se identificaron chimeneas o altares donde se realizaban rituales de sacrificio de animales como homenaje a Artemisa, como lo evidencian capas de ceniza y huesos de animales calcinados.
Estos descubrimientos proporcionan una visión más profunda de la práctica religiosa y la arquitectura del santuario, enriqueciendo nuestra comprensión de la cultura de la época.
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Dentro del recinto del templo, las plataformas de piedra recién desenterradas probablemente sirvieron como lugares para rituales de sacrificio de animales, en los que se quemaban partes de animales como ofrendas en honor a Artemisa. Se identificaron aberturas en el techo como medios para dispersar el humo de los incendios.
Durante las excavaciones cerca del templo, los arqueólogos encontraron varios artefactos antiguos, incluidas joyas, herramientas y jarrones, que inicialmente habían sido dejados como ofrendas por visitantes anteriores.
Un descubrimiento particularmente notable fue una talla de marfil que representa una figura egipcia, que destaca cómo individuos de tierras lejanas contribuyeron con obsequios exóticos al sitio sagrado.
Estos hallazgos no sólo enriquecen nuestra comprensión de las prácticas rituales, sino que también resaltan la diversidad cultural y las conexiones interculturales presentes en este venerado santuario.
La evidencia indica que el templo inicial fue parcialmente consumido por el fuego antes de ser sometido a una reconstrucción reducida con ladrillos de barro. Más tarde, alrededor del año 500 a. C., se construyó un edificio sustituto, aún más imponente.
Situado al pie de una colina habitada desde la Edad del Bronce, hace más de 3.000 años, el templo reveló durante las excavaciones vestigios de una ocupación más antigua. Las profundas excavaciones llevadas a cabo por arqueólogos revelaron evidencia que data entre el 900 y el 800 a. C., así como artefactos de la Edad del Bronce, ejemplificados por una cabeza de toro de terracota que data aproximadamente del 1200 a. C.
Estos descubrimientos dan fe de la larga tradición del culto a Artemisa en este sitio, que abarca milenios y proporciona información valiosa sobre la continuidad cultural a lo largo del tiempo.
Los registros recuperados de un antiguo palacio confirman la presencia de un lugar llamado Amarynthos en las cercanías del templo, que data del período micénico entre 1500 y 1100 aC La identificación de hitos históricos tan remotos sin duda contribuyó a la expansión de la relevancia religiosa de esta región.
Como resultado de intensas excavaciones y descubrimientos, los arqueólogos se encuentran actualmente en la fase de análisis detallado de sus hallazgos en los laboratorios, buscando descubrir los detalles y significados intrínsecos de los restos arqueológicos desenterrados.