Sofía y la caída: explicación del mito gnóstico de la creación
El gnosticismo es un movimiento religioso esotérico que floreció en los primeros siglos d.C. Ofrece una visión verdaderamente única de la existencia y combina teología, misticismo y cosmología.
La sabiduría divina, la redención humana y el error cósmico son los temas principales del mito gnóstico de la creación, que es en sí mismo una alternativa convincente a las narrativas tradicionales judeocristianas. Y en el centro mismo de este mito de la creación se encuentra Sofíauna figura central del gnosticismo, cuyas acciones y consecuencias preparan el escenario para la creación del mundo material y la lucha espiritual de la humanidad. El mito de Sofía suele considerarse una alegoría de la sabiduría divina y refleja la visión gnóstica que postula que el cosmos tiene fallas y que la humanidad anhela reconectarse con lo divino.
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Sofía y la caída
La cosmología dentro del gnosticismo es un aspecto importante de esta religión. Dentro de él, la fuente última de la existencia es el enigmático y todopoderoso Monadauna entidad divina singular y trascendente, “una monarquía sin nada por encima”. Según la cosmovisión de los gnósticos, la Mónada es “el que existe como Dios y Padre de todo, el invisible que está por encima de todo, que existe como incorrupción, que está en la luz pura que ningún ojo puede mirar”.
Y es de esta mónada que una serie de seres divinos llamados eones emanar. Estos seres existen dentro del Pléromao la “plenitud del reino divino”). Son aspectos esenciales del mito gnóstico de la creación, pues cada uno de ellos encarna determinados aspectos de la Mónada. Estos aspectos incluyen sabiduría, amor, verdad y conceptos similares. En conjunto, los eones crean una armonía, una jerarquía que refleja la esencia divina.
Uno de los más importantes de estos eones es Sofíacuyo nombre significa simplemente «sabiduría», en griego. El eón de Sofía fue el aspecto fundamental del gnosticismo y representó no solo la sabiduría, sino también el potencial para la imperfección y la curiosidad.
Por supuesto, la Mónada no puede compararse con la idea clásica del Dios judeocristiano. La Mónada no es un creador en el sentido tradicional como lo es en el judeocristianismo. Más bien, es una fuerza emanativa fundamental. Además, el acto de creación en la mitología gnóstica y la subsiguiente caída del reino espiritual a la existencia material provienen de la gran perturbación que se atribuye a Sofía.
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Una representación mística de Sofía de Geheime Figuren der Rosenkreuzer, Altona, 1785. (Dominio público)
El mundo material, nacido
El aspecto más importante de Sophia misma es el deseo de comprender y emular el poder creativo de la Mónada. Muchos textos gnósticos clave, como el Apócrifo de Juandescribe cómo Sofía, actuando sin su consorte o el consentimiento de la Mónada, intenta generar una creación por sí misma. Pero las cosas no salieron según lo planeado. De este acto “rebelde” nació el Demiurgo, un ser imperfecto e incompleto. El Demiurgo, a veces identificado con el Dios del Antiguo Testamento, es retratado en los textos gnósticos como arrogante e ignorante de la fuente divina de la que se originó. Creyéndose la deidad suprema, creó el mundo material, que los gnósticos ven como inherentemente defectuoso, corrupto e imperfecto. Sophia finalmente se da cuenta del error y permanece atrapada en el reino material.
Primera página del Evangelio de Judas. Página 33 del Códice Tchacos. (Dominio público)
Pero es a través de la participación de Sofía que el mundo material, por imperfecto que sea, conserva una conexión con lo divino. El mito gnóstico de la creación nos dice que el Demiurgo, influenciado por la sabiduría residual de Sofía, sin saberlo implantó una “chispa” divina dentro de la humanidad. Esta chispa representa la esencia divina, atrapada dentro de los seres humanos. Por todo esto, los principales textos gnósticos, como la Hipóstasis de los Arcontes, describen la creación de la humanidad como un acto tanto de redención como de rebelión. Según los gnósticos, la humanidad es, pues, una creación paradójica. Seres de carne, ligados al mundo material, al aquí y ahora, pero aun así dotados de una “esencia divina y capaces de trascenderla”.
Los rebeldes, redimidos
Por desgracia, incluso con sus sólidos mitos e historias de la creación, el cristianismo ortodoxo suprimió en gran medida el gnosticismo. Sin embargo, sus ideas y temas principales sobrevivieron en varios textos clave, la mayoría de los cuales fueron redescubiertos en el siglo XX, como los encontrados en el entierro de Nag Hammadi en Egipto. Con los descubrimientos, nuevos escritos reavivaron posteriormente el interés público por el gnosticismo y sus mitos, y las perspectivas alternativas sobre la existencia y la espiritualidad que ofrecen.
Y en todos ellos, es el mito de Sofía el que sigue cautivando a los eruditos modernos, ya que ofrece una visión profunda del núcleo de la creencia gnóstica. Llena de simbolismo e ideas, Sophia sigue siendo un recordatorio de la naturaleza dual de los humanos: estar atados al mundo material pero con un gran deseo por lo divino. También nos recuerda nuestra eterna búsqueda de sabiduría y comprensión del mundo que nos rodea.
Imagen superior: Izquierda: Rastro SVG de una imagen de la Piedra o Gema de Abraxas de Los Gnósticos y sus restos de Charles W. King, 1887. Las letras son «ΙΑΩ» o «Iao» y «ΣΕΜΕΣ ΕΙΛΑΜ», «Sol Eterno». Derecha: una representación mística de Sofía. Fuente: Dominio público, Dominio público
Por Aleksa Vučković