Qué misterio encierra la máquina de Bagdad y por qué algunos creen que era una batería ancestral

En 1938, el arqueólogo alemán Wilhelm König descubrió un objeto peculiar cerca de Bagdad, en lo que entonces era el Museo Nacional de Irak. A simple vista, parecía una vasija de cerámica común, pero su interior escondía algo desconcertante: un cilindro de cobre con una varilla de hierro, sellado con betún. Lo que muchos pasarían por alto, otros lo interpretarían como una posible batería eléctrica fabricada hace más de 2000 años. Así nació el misterio de la máquina de Bagdad.
¿Una batería en la antigüedad?
El artefacto, datado entre los siglos II a.C. y III d.C., consiste en una vasija de barro de unos 15 centímetros de altura. En su interior se encontró un cilindro de cobre, sostenido por un tapón de asfalto, y una varilla de hierro que sobresalía por el centro. Cuando se llenó con un líquido ácido como vinagre o jugo de limón, el artefacto generó una pequeña corriente eléctrica.
Este experimento fue replicado por varios científicos en el siglo XX, quienes lograron producir entre 0.5 y 1 voltio por unidad. La pregunta obvia fue: ¿por qué una civilización tan antigua construiría una batería eléctrica?
Teorías sobre su posible uso
Existen varias hipótesis. Una de las más aceptadas sugiere que la máquina de Bagdad se utilizaba para electrochapado, es decir, para cubrir objetos de metal con una capa delgada de oro o plata. Sin embargo, no se han encontrado objetos antiguos con marcas claras de este proceso.
Otra teoría plantea que podría haber sido un instrumento ritual, tal vez diseñado para dar “descargas sagradas” en ceremonias religiosas, generando un efecto sorprendente sobre los participantes. También se ha sugerido que simplemente era un recipiente de almacenamiento con partes metálicas por alguna razón práctica no comprendida hoy.
La idea más intrigante, aunque también la más criticada, es que este objeto sería prueba de que las antiguas civilizaciones poseían conocimientos tecnológicos más avanzados de lo que la historia oficial admite. Para los defensores de la «arqueología alternativa», esta batería sería un vestigio de un saber perdido o incluso una tecnología heredada de otra cultura.
Los detractores de la hipótesis eléctrica
La arqueología convencional ha sido muy escéptica respecto a la interpretación del artefacto como una batería. Argumentan que, si se tratara de una tecnología funcional, debería haber evidencias de su uso extendido: manuales, dibujos, más artefactos similares o restos de herramientas que funcionaran con electricidad.
También se ha señalado que las partes metálicas podrían haber tenido usos completamente distintos, o incluso que su ensamblaje no era como el hallado por König, sino resultado de una reconstrucción equivocada.
A pesar de ello, la hipótesis eléctrica ha captado la atención del público, y la imagen de la «batería de Bagdad» se ha popularizado como un símbolo de las tecnologías perdidas de la antigüedad.
¿Casos similares en otras culturas?
El caso de la máquina de Bagdad no es único. En el mundo antiguo existen otros objetos cuya función aún se debate. Los discos de Phaistos, los mapas imposibles de Piri Reis, o incluso los engranajes del mecanismo de Antikythera —una especie de «computadora analógica» griega— son ejemplos de objetos adelantados a su época.
Estos artefactos refuerzan la idea de que tal vez el conocimiento antiguo no era tan rudimentario como solemos imaginar. Quizás las civilizaciones del pasado dominaban técnicas que, por diversos motivos, no dejaron rastros claros en el registro arqueológico.
El legado de un objeto sin respuesta
Hoy en día, la máquina de Bagdad sigue siendo una incógnita. Está en exhibición en una réplica moderna, ya que muchos objetos del Museo Nacional de Irak fueron saqueados durante la guerra. La controversia continúa, y su interpretación depende de quién la observe: un científico, un historiador, un escéptico… o un soñador.
Lo cierto es que la máquina de Bagdad nos recuerda que el pasado no siempre encaja cómodamente en los moldes de nuestra comprensión actual. Cada hallazgo arqueológico tiene el potencial de sacudir nuestra visión del mundo y desafiar las certezas que creemos absolutas.
Una chispa desde la antigüedad
Quizás la máquina de Bagdad no sea una batería en el sentido moderno. Tal vez nunca lo sepamos con certeza. Pero su sola existencia ya plantea una pregunta poderosa: ¿cuánto hemos olvidado del pasado? Y si lo olvidado pudiera iluminar algo del futuro, ¿no deberíamos mirar más de cerca esos objetos que parecen fuera de lugar, pero que podrían contener las claves de una historia mucho más compleja y fascinante de lo que imaginamos?




