El depósito tolteca de estrellas de mar en Tula revela profundos vínculos cósmicos y oceánicos
Se han encontrado cinco estrellas de mar en un depósito ritual muy elaborado en el sitio tolteca de Tula, una exhibición de cuán central eran el océano y sus criaturas para la economía, la religión y las prácticas artísticas de la época prehispánica. Objeto de un estudio reciente, especialistas y arqueólogos se centraron en un grupo de placas calcáreas descubiertas en los años 1990, encontradas en un depósito ritual en la estructura del Palacio Quemado. Se han fechado entre el 950 y el 1000 d.C.
La Zona Arqueológica de Tula en Hidalgo es investigada por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la Universidad Nacional Autónoma de México. Durante mucho tiempo se ha sospechado que las placas calcáreas antes mencionadas (que son las estructuras óseas hechas de carbonato de calcio que forman el esqueleto de muchos invertebrados marinos) son restos de equinodermos, una variedad de especies marinas que incluyen estrellas de mar, pepinos de mar, estrellas quebradizas y pilluelos. Estos hallazgos han sido publicados en la última edición de Arqueología Mexicana (Arqueológica Mexicana).
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Especies marinas y cosmogramas: un modelo simbólico del universo
Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor del INAH, explicó que las placas calcáreas de esta ofrenda de Tula formaban parte de un cosmograma, modelo simbólico del universo imaginado por los antiguos habitantes de la ciudad altiplánica.
El depósito u ofrenda ritual fue descubierto por primera vez en 1993-1994 durante un trabajo arqueológico dirigido por Elba Estrada Hernández, y data de 1200-1300 años. Fue encontrado en el patio de la segunda de las tres salas del Palacio Quemado, como parte de un proyecto para comprender mejor la construcción de la estructura y restaurar su sistema de drenaje.
Cuidadosamente sellada dentro de una cavidad de 44 centímetros de ancho (17,32 pulgadas), la “Ofrenda 1”, como se llamaba, incluía un tezcacuitlapillio espejo dorsal, de 34 centímetros de diámetro y elaborado con tejas de pirita y turquesa, informa nota de prensa del INAH.
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Tezcacuitlapilli de la Ofrenda 1 del Palacio Quemado, pieza restaurada por Valerie Magar y Patricia Meehan. (Leonardo López Luján/INAH)
El tezcacuitlapilli estaba cubierto por el cosmograma y constaba de cuatro grupos de elementos simbólicos que representaban los puntos cardinales: 11 cuentas de concha de rosácea al norte, 17 placas de nácar al sur, un fragmento de coral blando al este y un grupo de placas calcáreas al oeste.
En total, se catalogaron de la oferta un total de 2.720 placas calcáreas, con tamaños que van desde los 2 a los 15 milímetros y un peso total de 64,84 gramos. Con artefactos similares encontrados en el Templo Mayor, aunque más de 500 años más nuevos que el hallazgo actual, las condiciones del entierro habían suavizado las superficies y mostraban signos de mineralización.
Luego de separar, categorizar e identificar las especies de cada una de estas diminutas placas, se realizó la comparación con especímenes de estrellas de mar modernas de la Colección Nacional de Equinodermos del ICML, nombrada en honor a la Dra. María Elena Caso Muñoz.
Nidorellia armata (Gray, 1840). Ejemplar de la Colección Nacional de Equinodermos. (C. Conejos/INAH)
Abundancia en el Pacífico: vínculos antiguos a través de las capas históricas de Tula
El estudio identificó a tres individuos de Nidorellia armataconocida popularmente como la “estrella con chispas de chocolate”, y dos de Pentaceraster cumingiconocida como la “estrella del cojín”, informa El diario del patrimonio. Ambas especies se encuentran abundantemente en el Pacífico, desde el Golfo de California hasta las costas de Perú y las Islas Galápagos. Los investigadores especulan que existieron ciertos vínculos históricos entre las antiguas civilizaciones del altiplano mexicano y las regiones costeras del Pacífico durante el período Posclásico Temprano (900-1200 d.C.).
“Hasta la fecha sólo se han identificado dos especies de estrellas de mar, ambas, dicho sea de paso, también presentes en las ofrendas de Tenochtitlán. Sin embargo, dada la gran antigüedad de los contextos arqueológicos de Tula, es posible que no hayan llegado a nuestros días especies más gráciles y por tanto más frágiles, sino sólo aquellas de anatomía robusta”, concluye el referido artículo.
Por cierto, ya se han encontrado representaciones de estrellas de mar en Tula anteriormente, en objetos cerámicos como representaciones artísticas, incluidas las realizadas por Richard Diehl en 1971. “El último estudio indica la importancia simbólica que los toltecas atribuían a los equinodermos, tanto en su vida ritual como en su vida ritual. sus concepciones cosmológicas”, escribe elocuentemente Mark Milligan en el mismo El diario del patrimonio artículo.
Tula se colonizó por primera vez alrededor del año 400 a.C. en el valle de Tula, al suroeste del estado mexicano de Hidalgo. Con la caída de Teotihuacán, Tula se convirtió en la capital del imperio tolteca, hasta que fue abandonada en el siglo XII, principalmente debido a conflictos internos. En su apogeo, Tula cubría un área de 14 km. (5,40 millas cuadradas) y tenía una población de alrededor de 60.000 habitantes.
Vista de las columnas del palacio quemado de Tula Hidalgo. (Susana Torres Sánchez/CC BY-SA 3.0)
Este equipo de investigación ha estado trabajando en conjunto desde 2010 y anteriormente encontró un alijo de 164 estrellas de mar descubiertas en el Templo Mayor. Estos artefactos toltecas son preservados por la Coordinación Nacional para la Conservación del Patrimonio Cultural del INAH.
Imagen de portada: Izquierda: ejemplar de la Colección Nacional de Equinodermos. Arriba a la derecha: Tezcacuitlapilli de la Ofrenda 1 del Palacio Quemado, sitio tolteca de Tula. Abajo derecha: Brasero descubierto en el Juego de Pelota II de Tula. Fuente: Izquierda; C. Conejeros. Arriba derecha; Leonardo López Luján. Abajo derecha: Archivo digital de las colecciones del MNA, INAH-CANON/INAH
Por Sahir Pandey