Algunas personas del Paleolítico tenían dietas ricas en plantas, lo que desafía las afirmaciones de dietas de moda ricas en carne
Las modas dietéticas van y vienen, pero algunas duran más que otras. Un ejemplo es la llamada “dieta Paleo” que, como su nombre indica, intenta emular las dietas altas en proteínas y bajas en carbohidratos que se suponía que tenían los cazadores-recolectores prehistóricos. Sin embargo, una nueva investigación sugiere que al menos algunos humanos del Paleolítico subsistían con dietas principalmente basadas en plantas y sólo ocasionalmente comían carne.
La investigación sugiere que nuestros antepasados de la Edad de Piedra en el norte de África tenían dietas basadas en plantas miles de años antes de la llegada de la agricultura a la región.
Suposiciones paleo
Como muchos intentos de reconstruir aspectos de la evolución humana, la dieta Paleo es una simplificación excesiva basada en suposiciones, conjeturas y mitología moderna. Para ser claros, existen dietas de moda mucho menos saludables, pero las ideas que sustentan la opción Paleo (aquellas basadas en humanos antiguos) son más dudosas.
Los creyentes en la dieta Paleo a menudo recomiendan menús “ancestrales” específicos que combinan la necesidad de ciertas cantidades de actividad física con porcentajes variables de carbohidratos bajos y niveles más altos de proteínas y grasas. Estas dietas generalmente se basan en observaciones de humanos modernos que tienen estilos de vida semi-cazadores-recolectores, pero ¿son representativas de lo que realmente comían los pueblos de la Edad de Piedra y el Paleolítico?
Los hallazgos de este último estudio se suman al creciente conjunto de evidencia que sugiere que no.
En este trabajo, los investigadores examinaron restos de animales y humanos encontrados en el sitio arqueológico de Taforalt en Marruecos, norte de África, que datan de la Edad de Piedra Posterior. Querían entender cuánta carne, pescado y plantas tenían estos cazadores-recolectores en sus dietas.
Aunque estas personas comían algo de carne, su dieta consistía principalmente en plantas y probablemente en grandes cantidades de nueces y cereales con almidón. Los dos últimos, según afirman los autores, pueden haber sido almacenados para tiempos más difíciles.
Estos hallazgos no sólo desafían los supuestos establecidos en la dieta Paleo, sino también nuestra comprensión del advenimiento de la agricultura.
Llega la agricultura
Hasta la fecha, gran parte de lo que sabemos sobre el cambio hacia prácticas agrarias proviene de investigaciones en Asia occidental. Según esta narrativa, hacia finales del Pleistoceno (hace entre 14.000 y 11.000 años), los cazadores-recolectores natufianos que vivían en la región de Levante aprendieron a explotar las plantas silvestres hasta el punto de empezar a cultivarlas y luego a domesticarlas.
Con esta nueva capacidad se produjo un cambio en las dietas, que puede haber sido impulsado por múltiples factores, incluida la desaparición de especies de caza mayor y la disponibilidad de más plantas comestibles en el medio ambiente.
Sin embargo, todavía hay mucho que no sabemos sobre este importante período de transición en la evolución humana. Como explican los investigadores en su estudio, «En los últimos años, los académicos se han interesado cada vez más en si los iberomaurusianos, una población con algunas conexiones genéticas con los natufianos, exhibieron cambios que precedieron a la transición a la agricultura en el norte de África».
Los iberomaurusianos habitaron el norte de África durante el Pleistoceno tardío. La evidencia más antigua de su existencia se encuentra en un sitio en Tamar Hat y se remonta a hace unos 25.000 años. Por el contrario, los restos localizados en el yacimiento de Taforalt datan de entre 15.077 y 13.892 años.
Los investigadores utilizaron enfoques isotópicos para analizar las proporciones de carne, pescado y plantas en las dietas de estas personas. Aunque estas personas comían carne, al igual que sus hijos destetados, comían predominantemente plantas, y lo hacían en una época anterior a la entrada de la agricultura en la región.
Sin embargo, a diferencia de la situación en el Cercano Oriente, la dependencia de las plantas en Taforalt no condujo al desarrollo del cultivo de plantas. Como tal, los autores sostienen que la agricultura no es necesariamente una consecuencia de la explotación de plantas silvestres. Pero la dependencia de estos alimentos, especialmente del suministro de nueces y cereales, puede haber llevado a un mayor grado de sedentarismo.
Sin embargo, como subraya el equipo, se necesita más trabajo antes de poder sacar conclusiones más amplias, afirmando que «es crucial reconocer que se necesitan más investigaciones exhaustivas para comprender completamente estos hallazgos y sus implicaciones».
De todos modos, esta evidencia demuestra que nuestras creencias sobre los humanos antiguos y sus dietas siguen siendo una cuestión abierta. Quizás sea mejor mantener la mente abierta antes de empezar a prescribir estilos de vida basados en suposiciones estrechas sobre el pasado profundo.
El estudio se publica en la revista Nature Ecology & Evolution.